¡Bienvenido!

Fepe55 es un blog sobre humor, entretenimiento y demás cosas que se me ocurran en el momento de postear. Espero que disfrutes tu estadía.

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Perdí El Juego

Quiero empezar diciendo que odio a Matías Laporte por haberme contagiado este juego.

La idea es simple, y voy a aprovechar una imagen para explicarlo. Abajo traduzco punto por punto.

El juego

Felicitaciones, estás jugando el juego (si ya no lo estabas jugando)
El juego es muy simple:

  • Siempre estás jugándolo.
  • No se puede ganar, sólo perder.
  • Perdés cada vez que recordás el juego.
  • Cada vez que lo recuerdes, tenés que decir en voz alta: «Perdí el juego«.
  • Después de perder tenés 30 minutos durante los cuales podés recordar el juego y no perder.
  • Ni bien le menciones el juego a alguien, ellos empiezan a jugar también.
  • El objetivo de el juego es que todo el mundo lo juegue.
EL JUEGO
Ya perdiste

Como ven, es muy sencillo, pero también es mortal, no por nada Matías le puso el título «El juego mental que te persigue hasta que mueras», porque no podés elegir si querés jugarlo o no. Si leíste todo este post, ya lo estás jugando, no hay nada que puedas hacer para evitarlo.

Y no lo olvides, cada vez que pierdas, ¡contale a todos! Yo ya enganché a varias personas, entre ellas, a Pato y a Pepe.

Dodge

dodge

Tragábamos la noche con el hambre de tantos desamparados. La compañía de la música era algo tan insignificante y distante como los edificios de departamentos sembrados a la sombra del Estadio Mundialista. El beat casi mudo de los parlantes marcaba el ritmo con el que Tino movía la cabeza de acá para allá y miraba los ojos ciegos de las ventanas a oscuras. La ruta iluminada todavía era la promesa de una noche eterna, a pesar de los relojes. Devorábamos las estrellas a través del parabrisas y una pequeña brisa se detenía con los aromas de la ciudad dormida.

El Dodge Coronado de Fede K era una pequeña burbuja moviéndose hacía el Centro. Un eslabón verde cargado de miserias buscando un lugar donde detenerse y dejarse embriagar. Fede manejaba, Tino iba de acompañante y yo iba tirado atrás, cruzado y apenas asomando la cabeza para mirar por encima de la ventanilla. Era temprano o tarde. No importaba. Tenía olor a alcohol en las manos y pensaba que la paz mental sólo costaba veinticinco centavos la píldora. Pero aún esa medicina no llegaba. La pantalla del teléfono gritaba que no. Aún no.

Tino me mira y me pide el tarrito de alcohol. “Está en el bolsillo de la campera”, me dice. Para él, ese tarrito de alcohol al 70% cortado con jabón no es un remedio para su paranoia, sino la última barrera ante la pandemia mortal que puede entrar en el auto de un momento a otro, aunque ninguno de los tres estemos enfermos. Ni siquiera moqueando. Rebusco rápidamente y se lo alcanzo. Lo destapa y me explica que era una de las condiciones que tuvo que aceptar para que su vieja lo dejara viajar tranquilo. Fede ríe y le dice que corte el cordón de una buena vez, pero Tino no le hace caso y me habla a mí, mientras me tiende de regreso el potecito, que lanzo sobre su campera y me vuelvo a acostar.

Martín: Bueno… ¿A donde vamos?
Matías: La verdad que ni idea, Tino. ¿Qué se te ocurre hacer?
Martín: Simple. Levantar minitas. ¿No era eso lo que dijimos que íbamos a hacer?
Fede: Si, eso dijimos, pero no se nos ocurre donde.
Martín: Vamos, che. Pónganse las pilas. Ustedes conocen mejor esta ciudad de mierda que yo.

Mi cabeza vagaba por otro lado. Tino tenía razón: Conocíamos esa ciudad mejor que él, aunque ninguno viviera en ella. Conocíamos las calles, sabíamos ubicarnos, pero carecíamos del tacto y las ganas como para sentarnos, observar y buscar respuesta a su duda vital, esa que hizo que se sentara en el asiento delantero, junto a Fede, y empezara a romper las bolas con lo de levantar minitas. Ningún nomenclador te dice donde ir de levante y mucho menos te da tips para eso. Te indica “Distancia X a Y – 45 km” y con eso te la tenés que arreglar, aunque Martín no lo quiera aceptar.

Matías: Posta que ni la más puta idea, chango. Acá el que quiere salir de levante sos vos.

No podría sonar más desganado ni aunque hubiese estado despierto tres días seguidos. Supongo que a Fede debía de gustarle la idea tanto como a mí. Hay algo emocionante en ir de levante, en tener a una mina ahí, pendiente de lo que haces, de lo que decís, de tus gestos, tus silencios, tus ausencias. De todo. Es ese algo extraño que se te aloja en las tripas y te satisface, a pesar de ser un hambre no saciada. Existe esa emoción y nos ilumina la mirada. Se ve en los ojos de Martín, que escudriñan las veredas nacidas de las banquinas y la calle cada vez más angosta y poblada, buscando una víctima.

Martín: ¿Pero que recomiendan? ¿Un boliche? ¿Un bar?
Matías: La verdad, un lugar donde pueda estar sentado. No me veo con ganas de bailar, hoy
Fede: Nunca se te ve con esas ganas, Matías…
Matías: Es cierto
Martín: Ese guaso…
Fede: … pero no se me cae una idea ni a palos…

Cerré despacio los ojos. La voz se fue alejando y sólo podía pensar en el ritmo lejano de los parlantes yéndose. Pensé en una cámara pasando a través del auto y enfocando nuestras espaldas. Mi apellido estampado en letras enormes en la parte de atrás del jersey, apenas vislumbrado por los reflejos de los faroles en la luneta. Nosotros siguiendo inconcientes nuestra aventura bajo la atenta mirada de una lente inexistente.

Martín: Entonces, guaso, ¿te pinta?

De vuelta a la realidad. A esa realidad que a gritos me indica que me voy a pasar la noche clavado en una pista de baile, aburrido y malgastando algo de plata en tragos mal preparados que mañana me van a dar resaca. Así es la tragedia de tu vida, querido. Tino tiene un norte, Fede un soporte y vos seguís esperando que algo de paz mental haga vibrar tu celular y ponga una sonrisa en tu cara. Deseas que Dios te de una mano y no ves la hora que todo termine de la forma más rápida posible mientras tus ojos desglosan tramo a tramo el entramado insostenible de una ciudad caótica.

Matías: Y, dale. Si no queda otra.

Martín dice “joya” pero ni ganas tenés ya de quotearlo. Te acurrucas contra la puerta y miras la foto que pusiste de fondo de pantalla con una mirada estúpida de borrego enamorado. Ella no está hoy para vos. Tal vez nunca lo estuvo pero no te interesa. La noche siempre es tierra de promesas, y este auto parece contenerlas a todas.

Lectura Indispensable

Estuve poniéndome al día terminando de leer todos esos posts que, por largos, voy dejando para «más adelante», y tras leerlos, como suele pasar con los textos largos, me encontré con varios geniales, de los cuáles quiero destacar dos. Primero, Día de Picnic, un hermoso relato de Gabriux, y segundo, Vos No Me Juzgues Ni Me Condenes, una crítica a quienes critican de parte de Fabio, con la que me sentí muy identificado.

WP-No-Format

Esto es sólo para aquellos que utilizan WordPress y tuvieron que pelearse alguna vez con el formato que da este CMS tras postear (en especial con los paragraphs y line-breaks). NeoEGM sacó el plugin WP-No-Format. A diferencia de los que andan dando vuelta, este no sólo no lo hace para todos los posts sino que además te deja aplicarlo a partes de un post. Genial.

Cambios

Aclaración: Este post está saliendo sin ganas, pero ya hace una semana que tendría que haber salido y si no lo saco hoy, no lo saco más, así que perdón por lo que están a punto de leer. Los dejo leer por arriba, aunque igual trataré de hacerlo lo más corto posible.

En esta época el blog se encuentra en el medio de dos cambios muy importantes.
El primero, y que ya mencioné hace poco es que desde hace más de una semana tengo nuevo diseño. Un estupendo trabajo de la mano de Germán Ferrari (el Negro para los amigos) de Beew (empresa donde trabaja con Horacio Bella).
Y la verdad es que, como ya dije, me encanta. Aún le faltan algunos pequeños retoques que le tengo que dar, pero lo importante está y obviamente, quienes no lo hayan hecho en ese minipost, pueden comentar lo que quieran acá, además de votar en la encuesta que se encuentra en la barra de la derecha.

Para quien le interese, entre las novedades, las más importantes son los posts destacados y los miniposts. Los primeros figuran grande en la cabecera en la home y van rotando, mientras que los segundos tienen varias categorías: Enlaces, audio, video, texto, frase e imagen. Ya usé uno precisamente para anunciar el nuevo diseño y otro para compartir una frase. Ni bien salga éste tengo otro pensado. Probablemente los use bastante, en especial en este momento en que no tengo muchas ganas de escribir.

Pasemos al segundo cambio, un cambio gigante en el blog, y consiste en sumar a otra persona para que escriba conmigo. El elegido en este caso es el idiota de Matías, a quien ya leyeron en Thriller Night y que está con muchas ganas de empezar, por lo que –y tratando de respetar lo que puse en la aclaración introductoria– acá doy por terminado este triste post que inicialmente daba para mucho más, pero bueno, esto es lo que hay.

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