Esto no es una paradoja

Hurgando entre los borradores encontré esto, que vaya uno a saber cuándo lo escribí. Si bien todavía le faltaría edición, la verdad es que no lo voy a retocar, así que para no dejarlo morir entre los borradores, lo publico hoy, reviviendo un poco el blog despueś de casi un año y medio de sequía.

Ésta es tu historia, y la de tu ex pareja (que, de ahora en más, pasaremos a llamar x). Con x tenían una relación maravillosa. Eran felices. Pasaban juntos los días y las noches; las mañanas y las tardes.
Hasta que un día, de manera repentina, x desapareció. No dio señales de vida, no intentó contactarse con vos. Pero sabías que se había ido para siempre. Que ya nunca volvería.

Desde ese momento, tus días pasaron a ser monótonos. No hacías otra cosa que pensar en x. No entendías la razón de su alejamiento. El sólo pensamiento te entristecía. Era automático, e incluso parecía programado en tu cerebro: pensabas en x, y te entristecías. Pero no podía ser programado, a todos les pasa lo mismo. Lo habías visto hasta en las películas.
El tiempo pasaba, y la fórmula se repetía: pensabas, te entristecías, pasaba media hora, pensabas, te entristecías. Y esa tristeza no menguaba, se mantenía firme como el primer día.
Ya no podías aguantar más. Lo único que necesitabas era no pensar. Necesitabas un fin de semana sin que x invadiera tu mente.
Sabías, sin saber de dónde venía la certeza, que, si lograbas pasar al menos un día entero sin que apareciera en tus pensamientos, serías feliz. Quizás no como cuando estaban juntos, pero serías feliz. La tristeza desaparecería. No había dudas.

Hasta que llegó un fin de semana. Un fin de semana opaco, gris; como todos. Un fin de semana que finalizó, 1 minuto después del domingo a las 23:59, con un pensamiento cuyo protagonista era frecuente y conocido: x, seguido de la realización de que era la primera vez en 48 horas que invadía tu mente.

Inmediatamente después, incluso a algunos metros de distancia, se escucharon las chispas, que precedieron a la explosión que te quitó la vida que nadie creyó que tuvieras.

Quiero Toda La Tierra Más El 5%

monedas

En SigT, el blog de Armonth, encontré una pequeña historia que había leído hace muchos años, y que recomendé bastante, y creía haber compartido en el blog, pero parece que nunca lo hice, así que ahora enmiendo mi error.

Como verán, es bastante largo, pero sin dudas vale la pena tomarse el tiempo para leerlo


© Copyright por Larry Hannigan & Stephanie Relfe (1971 Australia). Se permite la distribución de esta historia por cualquier medio. Si prefieren, pueden leer el original en inglés.

Traducción al castellano por geocities.com/mediodeintercambio.

Quiero toda la tierra más el 5%Fabián se entusiasmaba mientras ensayaba una vez más su discurso para la muchedumbre que se presentaría mañana. Él había deseado siempre prestigio y poder y ahora sus sueños iban a ser realidad. Él era un artesano que trabajaba con plata y oro, haciendo joyería y ornamentos, pero estaba descontento con tener que trabajar para vivir. Él necesitaba entusiasmo, un desafío, y su plan estaba listo para comenzar.

Por generaciones la gente utilizó el sistema del trueque. Un hombre mantenia a su propia familia proporcionando todas sus necesidades o bien se especializaba en un comercio particular. Los bienes excedentes de su propia producción, los intercambiaba o por los excedentes de otros.

Quiero toda la tierra más el 5% (2)El día del mercado había sido siempre ruidoso y polvoriento, sin embargo la gente deseaba los gritos y los saludos, y disfrutaba especialmente el compañerismo. Solía ser un lugar feliz, pero ahora había demasiada gente, demasiados discutiendo. No había tiempo para charlar – se hacía necesario un sistema mejor.

Generalmente, la gente había sido feliz, y gozó de los frutos de su trabajo. En cada comunidad un gobierno simple había sido formado para cerciorarse de que las libertades y los derechos de cada persona fueran protegidos y que no se forzara a ningún hombre a hacer cualquier cosa contra su voluntad por ningún otro hombre, o cualquier grupo de hombres.

la historia sigue, click para leerla completa

Fare thee well

I
Él tiene ojos grises que no heredó de los verdes de su papá, y el trabajo lo está cansando. Le gusta quedarse por las noches escuchando Bob Dylan de fondo mientras rasguña una guitarra que se compró con su primer sueldo para intentar enamorar a Verónica, que era fanática de Iván Noble. Supo que no era su chica cuando se enteró que le dio un beso a Charly García a cambio de un whisky en un bar de Villa Gesell, y dejó de creer en el destino y en las estrellas que en realidad no guían a ningún amor.

II
Ella está de novia con un chico de plata que no conoció en la facultad y le gustan las guitarras acústicas. Es muy prolija, inclusive tiene la típica caligrafía bonita de nena de mamá (es hija única, eso explica un montón). No se llama Verónica ni tampoco Carlota (la BBC te dio la razón), pero le gustaría no llamarse como se llama. Escucha Las Pastillas del Abuelo pero prefiere decir que le gusta la electrónica, y con menos de 20 años se comió el cuento que dice que como es un poco responsable, ya es una chica madura.

III
El primer beso se lo dio a Micaela y quiere darle el último a ella, porque quiere morir a su lado aunque apenas la conozca y ni siquiera sepa que música le gusta. Solo sabe que vende cosas en Parque Rivadavia (y no son libros, pero tampoco droga), y quiere humillar a la soledad cuando todavía no lo haya alcanzado la encapuchada. No se toma vacaciones de ella ni cuando estudia, y quizás por eso no pueda concentrarse. El instinto le dice que la olvide y la razón le da la razón, pero el corazón sabe que a veces pesa más un kilo de metal que un kilo de plumas, y también que a veces no se va a ninguna parte.

IV
Ella va a dos mil menos uno por hora por ahora. Consiguió trabajo y sin haber llegado al segundo piso de su vida ya parece una ama de casa, le faltan los hijos y un poco de plata y ya puede asegurarse que nunca va a cumplir los sueños de los salvajes de vivir a la deriva. Está conectada con él por una magia que no necesita puentes y de vez en cuando se lo imagina cruzándoselo en un recital, con su cara apareciendo entre las sombras, como fantasmas. Pero no sabe por qué porque tampoco lo quiere pero quiere que la quieran como él la quiere.

V
Él, él, él, él, él.

VI
Ella, ella, ella, ella, ella.

VII
Las historias de amor en paralelo suelen ser más difíciles pero más interesantes porque son dos historias de amor. Y las que son alabeadas son mucho más porque significa que el espacio en el que viven es todavía más grande, o al menos, tiene dimensión mayor. Él igual no sabe nada de matemática y no se preocupa por esos cosas que a nadie más le interesan. Pero a ella sí le interesan y cuando está con su novio, y su novio la besa, y le acaricia el pelo y su mano baja por la espalda y ella ya sabe como termina todo eso, y la empieza a besar y los besos son cada vez más rápidos, y ahora no le besa la boca si no que le besa el cuello y entonces piensa que ya debería ir desvistiéndose porque no tienen mucho tiempo, y ahí, mientras pasa todo eso, unas neuronas de ellas hacen sinápsis y aparece él ante sus ojos, que en realidad está a muchas cuadras de distancia, pero aparece su imagen, su recuerdo, cuando en realidad su cuerpo transpira por la pasión física que le genera su novio. Y él, tan lejos, no lo siente, solo descubre que la descarga del CD de Leonard Cohen terminó (casualidad que los primeros cogen y el segundo Cohen) y se dispone a escucharlo mientras lee algo de un escritor desconocido.

VIII
Los días pasan porque el tiempo tiene esa propiedad única de tener aceleración cero pero ellos no se encuentran, al menos no en este mundo. Ninguno sabrá jamás, con la certeza que merece la cuestión, que fueron moldeados el uno para el otro, aunque ella lo sospechará toda su vida y cuando muera, mientras vea a su nieto corretear con un juguete por el pasillo del hospital, piense un poco en él. Él no pensará en ella a partir de los veintitres años, aunque ya lo habrá hecho lo suficiente hasta esa edad. También la quiso lo suficiente como para no quererla más el resto de su vida, aunque ese es otro tema pues el corazón no entiende de suficientes ni de necesarios (ni mucho menos del paso del tiempo).

IX
Hay amores que se mueren sin besos y sin fotos. Lo importante, dicen los que entienden, es saber llevar a cuestas haber sido Romeo y Julieta.

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I

En el 2009 no me puedo acordar, pero en la Navidad del 2008 seguro que esperaba un mensaje (aunque ya no hablásemos más) tuyo, y en el 2007 recuerdo que charlé por SMS con Verónica. Es extraño, pero muchos esperamos que sean las 12 de la noche sólo para recibir un mensaje de texto. Cuando pasaron casi quince minutos de la Navidad del 2010, fui al teléfono y llamé a Belén, eso sí lo recuerdo. Este año no esperé un mensaje de nadie y es una de las formas de afirmar que si no te gusta nadie a veces la vida puede ser un poco aburrida.

II

Lo bueno de las fiestas también es un poco eso. Si estás en duda si alguna chica te gusta, si estás en un dilema porque hay dos que te vuelven loco; en el momento en el que la gente brinda, pensá en esa persona de la cual más te gustaría recibir algún tipo de señal, y listo, tenés tu respuesta. No hace falta gurúes del amor ni películas para mujeres de Hollywood con Jennifer Aniston, a veces la solución la tienen un par de satélites de Movistar y una vibración en tu bolsillo.

III

Cuando brindás podés pedir dos deseos también: los inútiles y los que sirven como puntapié. Habla un escéptico (pero de los que piden deseos cuando pasan por abajo de un tren -un tren es un tren y un arcoiris es un arcoiris) que sabe que por chocar dos copas, por más que sea la hora que sea, no va a suceder que algo pase. Por más que pida no ir a la promoción, Gigliotti no la va a colgar de un ángulo en la primera fecha. Pero si pido un deseo puntapié, si pido ponerme las pilas este año en la facultad… si pido algo que dependa de mí… quien sabe. Quizás ahí sí las copas con sus burbujas jueguen a mi favor y me den la ayuda que necesito para lograr eso. Quizás ahí sí San Lorenzo se quede en Primera.

IV

¿Y si tu vida es como esa cañita voladora que sube y amaga, y sube y amaga, pero se extingue sin explotar? ¿Si tu vida promete, va rápido, todos la miran y esperan algo de ella, pero fracasa y desilusiona? Cuando somos chicos nos creemos ser los mejores fuegos artificiales, pero lo más común es terminar en un chispazo y morir con el cielo de fondo.

Escrito por Patricio

Depression

Some sort of lid blew off, and I lost the last few pieces of the spurious muddle-through optimism that had been sustaining me for the previous few years. Like most depressions that plague people who have been more fortunate than most, I was ashamed of mine because there appeared to be no convincing cause for it; I just felt as though I had come off the rails somewhere.

I had no idea at what point this might have happened. Indeed, I wasn’t even sure which rails these were. I had loads of friends, including girlfriends, I was in work, I was in regular contact with all the members of my immediate family, I had suffered no bereavements, I had somewhere to live … I was still on all the tracks that I could think of; so what, precisely, was the nature of the derailment? All I know is that I felt, inexplicably, unlucky, cursed in some way that would not be immediately apparent to anyone without a job or a lover or a family. I knew myself to be doomed to a life of dissatisfactions: my talents, whatever they were, would go permanently unrecognised, my relationships wrecked by circumstances entirely beyond my control. And because I knew this beyond any doubt, then there was simply no point in attempting to rectify the situation by looking for work that would stimulate me, or for a personal life that would make me happy.

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