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Percepciones sobre la primavera (I)

Sábado, 18:30

Sentado al lado de mi novia en el suelo yermo del parque, siento el roce suave del viento sobre un moretón cubierto de baba que tengo en la base del cuello. Un pequeño círculo de dientes quedaron apenas marcados, pero no duele ni nada. En algún punto dentro de mi cuerpo, un impulso eléctrico le dice a mi cerebro que libere endorfinas y me sienta feliz, realizado, mientras la saliva se seca y los labios de Agustina suben por mi cuello hacía mi boca. Falta aún para la primavera, pero se siente desde hace tiempo en el aire, al menos en Córdoba.

Ajenos a nosotros, enfrente unos bikers se debaten en unos saltos para ver y mostrar cuan habilidosos son a otros tipos tan jugados como ellos mismos. Saltan, cruzan la bici y aterrizan levantando una ínfima nube de polvo, o se caen y lanzan la bicicleta con bronca hacía unos arbustos, mientras renguean en su boca, puteando por lo bajo.

La concha de la lora.

Otro aterriza con una habilidad pasmosa, después de haber tirado un arriesgado tail whip, tan logrado que la BMX parece una extensión natural de su cuerpo. Otro juego de piernas hechas a medida de su locura. Alrededor de la pista, algunos aplauden y otros enmudecen de envidia. Uno desearía tener esa habilidad y lograr que todos los ojos se posen sobre uno, y estoy bastante seguro que el resto de los chicos agolpados en la pista piensan igual que yo.

Al lado de la pista, está el skatepark. Cultivados con paciencia y creciendo a la sombra de la clase media alta, los deportes under se han masificado bajo el cielo celeste de una Docta que alegra los sentidos desde mediados de agosto. Chicos con los pantalones por las rodillas, zapatillas anchas como las cubiertas de las pick ups de sus padres y las sabanas de sus camas como remeras, sudan y se pelan las rodillas junto a sus pares, al ritmo de los racks y las ruedas golpeando y sufriendo el asfalto del vert. Risas y puteadas algo calladas, para una muchedumbre colmada de flequillos y que parecen no entrar en todo el parque.

Agus me toma la mano y es en realidad lo único que me importa. El parque, los skaters, los bikers, los floggers, las parejas paseando el perro, los enfermos del ejercicio trotando, el cielo celeste apenas perlado de nubes, los empleados públicos armando el escenario, son cosas anecdóticas, anotadas en algún resquicio apartado de mi mente. Un pequeño cuadro retenido en la memoria, con retazos melódicos del reggeaton y el olor dulce de alguien fumando marihuana por ahí.

Agus me toma la mano y es lo único que me interesa, lo único que me trajo hasta aquí y es el disparador más fuerte de todas las emociones que empiezan a florecer. Cierro los ojos ahora, (¿cuanto tiempo después?), y la recuerdo perfectamente, con una remera roja y una campera blanca cerrada apenas sobre la panza, sentada al lado mío, con su cabeza apoyada en mi hombro y el perfume invitando a saborear su piel.

Mi mundo termina en ella, mientras afuera, en el parque, el sábado pasa para todos y las horas se suicidan inminentes en los relojes.

Categorías: Personal

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2 Comentarios

  1. He leido esta primera parte con detenimiento, espero que las siguientes dos partes sean igual de buenas. Gracias.

  2. Mencató!