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Fepe55 es un blog sobre humor, entretenimiento y demás cosas que se me ocurran en el momento de postear. Espero que disfrutes tu estadía.

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Muere Lentamente

En otro robo impune a Milton, les traigo este texto que tengo como una tab abierta en el navegador hace meses y me encanta.

Para mí es un post histórico de Q! y realmente no puedo estar más de acuerdo con cada una de las cosas que dice. Disfrútenlo y ténganlo en cuenta en sus vidas:

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos.

Muere lentamente quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.

Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú.

Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.

Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.

Muere lentamente quién deja escapar un posible amor, con tal de no hacer el esfuerzo de hacer que éste crezca.

Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.

Muere lentamente quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.

Muere lentamente quien abandona un proyecto antes de empezarlo, quien no pregunta acerca de un asunto que desconoce o no responde cuando le indagan sobre algo que sabe.

Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar. Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad.

The Umbilical Brothers

The Umbilical Brothers

David Collins y Shane Dundas son The Umbilical Brothers, un dúo cómico australiano que conocí via un tweet de Sol Romero que luego lo posteó en su blog, Pancitos.

Su show se podría decir que es una mezcla de pantomima con efectos especiales hechos con la voz. Son realmente muy buenos, yo me pasé más de una hora viendo varios de sus videos en YouTube, pueden encontrar cientos simplemente buscando «Umbilical Brothers«.

A continuación les dejo sólo uno, para más información pueden ir a su sitio web, donde encontrarán desde fotos y videos, hasta merchandising y las fechas y lugares de sus shows.

Disfruten VelcroWorld, un mundo donde todo está hecho con Velcro, ¡todo!

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Percepciones sobre la primavera (III)

Domingo 14:50

La última víctima del invierno flota en la diminuta corriente del arroyo, a escasos centímetros de mi mano. La hoja seca debe haber muerto hace tiempo ya, cayendo inútil de alguno de los árboles desnudos que hay en el balneario de Salsipuedes. Con lentitud, se organiza el panorama en el cual la tarde nos dara cobijo y bienvenida. Un escenario, mucha gente jóven, y el sentimiento que la vida nos pasó de largo mientras ensayabamos planes abortados, nos va rodeando. Fede se lava las manos, enjuagandose la mayonesa de un sandwich, y asiente en silencio.

Che, espero que sean Ene 2 los metegoles que traigan.

Una cancha de fútbol que contiene a su par en miniatura es el desvelo que nos trajo hasta acá. Un pueblo serrano dormía mientras nosotros desandabamos una ruta vacía hacia sus calles, esquivando el olor a mierda de un frigorifico a la vera de un camino de tierra. Los obreros descansaban de la faena a la sombra del gran edificio por donde nace el mayor porcentaje de mi dieta básica. Con manchas de sangre a lo largo de la tela blanca, fuman tranquilos y sonríen, en sintonía con la alegría que en teoría llega sobre estos días. Es la única vez que voy a ver sus rostros, la única vez que las facciones duras que se esconden tras barbijos me llaman la atención. Son un suspiro de la vida diaria encuadrados en la ventana del Clio.

¿Qué tal el cumple de tu vieja?

Fede me cuenta, con paciencia, todos los desastres que pueden darse en una noche. Todos los problemas de sonido, con el catering, la bebida, las ideas locas de su madre, las puteadas de su novia, el sentimiento de cansancio y dejadez que implican llevar adelante los planes de los demás sin ayuda de nadie. Yo asiento y comparto mis propios temores, muchas veces reflejados en él. Nos hermana ese sentimiento de compartir más cosas de las que somos capaces de admitir.

Salsipuedes. Ahí llegamos después de un corto viaje en el cual vemos como el asfalto nuevo y reluciente del progreso empieza a ceder al paso del tránsito pesado de la rutina. No hay ganas de ensayar otros comentarios más que los típicos y nos dedicamos a conversar sobre nuestras expectativas para lo que queda del año. Ya llega la primavera y el tiempo empieza a volar sin que nos demos mucha cuenta de ello. En un momento estás en septiembre, dando vueltas por un barrio desconocido y al día momento siguiente contemplas el cielo maravillado por los fireworks de tus vecinos.

Así de normal. Así de implacable.

Una hoja, la última víctima del invierno, roza mi mano y sigue camino abajo a través del río. Las sierras poco a poco vuelven a poblarse de verde, de un aire cargado de alergias y buenas vibras. Hay una fibra intima que nos recorre a todos y despierta una alegría que va más allá de nuestra situación personal. No recuerdo haber tenido una primavera triste. Jamás. Le digo eso a Fede y el asiente hablándome, mientras se para observando como descargan los metegoles sobre la cancha de fútbol.

Tal vez porque en la primavera siempre nos renace la esperanza, bichi.

Suena tan gay y familiar que no tengo otra que reírme. Al fin y al cabo, a mi alrededor el mundo está conspirando para que la vida me sonría: El balneario poco a poco se llena de gente y ya algunos chicos se agrupan en torno a esa versión antigua y adictiva del Winning Eleven. Dejo que a la hoja se la lleve el agua hacía un lugar que no le importa a nadie y sigo a Fede rumbo a la cancha, ahí donde el invierno juega sus últimas fichas, sin ponerle precio a nuestras cabezas.

Quique, La Cabeza

TiAGO acaba de pasarme un documental (¿mockumentary?) sobre Enrique Carboni Junior, Quique para los amigos. Un rosarino de 27 años que nació siendo sólo una cabeza. Sí, no tiene cuerpo. Pero él igual es feliz.
Recientemente los doctores le confirmaron que pueden transplantarle un cuerpo, así que podés donar el tuyo, o ver la galería de los enviados por otros usuarios.

Les dejo, para que disfruten, el documental, realizado en «Outstanding Lives», un programa australiano.

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Podés enterarte más sobre Quique en su sitio: Quique The Head, o hacerte amigo suyo en Facebook.

Y no seas mala persona, si no lo usás, ¡donale tu cuerpo!

Percepciones sobre la primavera (II)

Sábado, 23:50

Bajo corriendo del bondi y me meto en la cama a las apuradas, con el control en la mano y revoleando el celular encima de las colchas. Era esto o delirar Blade Runner en la pantalla grande. A mil kilometros o más de acá, a una eternidad de distancia, un estadio terminaba de vibrar y una multitud volvía a poner los pies sobre la tierra. Veo por la tele a Solari, bailando contento, mientras «Pedía siempre temas en la radio» suena con una calidad de mierda y un boludo anuncia que es el único tema que están autorizados a transmitir.

Nos pasamos la vida lamentando las oportunidades que dejamos pasar. Yo podría haber estado ahí, lejos de casa, saltando como salté en Jesús María, vibrando como sólo se vibra con «Jí, Jí, Jí» o coreando «El infierno está encantador esta noche«, pero decidí no hacerlo. Decidí tener una excusa para lamentarme y sonreír de costado, diciendo «Bueh, ya está, fue. Siempre tendremos la próxima vez». Y quedarme en Córdoba, ir al cumpleaños de mi tía y salir corriendo a tomar el colectivo para estar a horario en casa.

Los omnibus tienen esa mística extraña de cargarse de mujeres capaces de robarle el aliento hasta a los muertos. Por regla, tiene que haber al menos una mina que sea lo bastante linda como para hacer el viaje más ameno. Por supuesto que lo más probable es que va a ser la última vez que la veas en tu vida, pero por esa noche recordaras cada centimetro de mujer contenido apenas por esas ropas.

Dirección sur-norte, la ciudad es un difuso cuadro durmiendose en el horizonte a mis espaldas. Con los ojos cerrados, el «Centro», el Suquía, «Cerro de las Rosas», «Argüello» y toda la nomenclatura barrial se disuelve en la bateria de Keith Moon y el revoltijo mágico del shuffle. Ahora, The Who; después, Oasis; más tarde, Falco. Y así. Cada esquina trae consigo una canción como epígrafe inútil en una imagen con destino de delete en la memoria inmediata.

Hay cierta mística que empieza en la cofradía secreta de los choferes. Algo hay detrás de la corbata roja y la sonrisa que el pelado humilde te brinda junto a un boleto apenas subvencionado. Una pequeña odisea rutinaria se desarma en las avenidas transitadas y bacheadas de los suburbios de una Córdoba caótica, propio de los ruidos mezclados que suenan en las conversaciones a medias vía celular de tu compañero de asiento y en las canciones de cuarteto que llegan desde los asientos del fondo. Para mí, Still take you home habla de la chica esa que no es la gran cosa que está pagando el boleto, que se escapó de mi colegio siendo una nena y yo alguien que desperdiciaba sus tardes apostando  a que estas horas de ahora serían las mejores de su vida.

Acordate mañana del torneo de metegol.

Fede habla desde su propio infierno de medianoche. Yo cierro los ojos, los abro y ya estoy en la puerta de casa, con la tele prendida en la cabeza, disfrutando los pasos mágicos de una misa que nadie podrá negarme de ahora en más.

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